El Clan | Drama - PM13 - 108’ - Muy buena
Origen: Argentina, 2015. Dirección: Pablo Trapero. CON: Guillermo Francella, Peter Lanzani, Lili Popovich. Violencia: con escenas. Sexo: con una escena. Nace un fenómeno: el estreno se concretó a sala llena, llamativo para un jueves tucumano. La frase: “papá lo hizo por nosotros” (Silvia Puccio).
Arquímedes Puccio es una máscara que reza antes de comer, ayuda a su hija con las tareas escolares y rara vez pierde el autocontrol. Jamás pestañea. Puccio es un monstruo contemporáneo, un huérfano del terrorismo de Estado que hace lo único que sabe: secuestrar, torturar, matar. Cuando le sueltan la mano, por obra y gracia de la bendita democracia, no entiende qué está pasando. Pero sigue en la suya. No hay otra lógica en su vida ni en la de su familia, a la que arrastra al infierno con mirada de hierro. Componer ese personaje fue el mayor desafío en la carrera de Guillermo Francella y lo hizo con una precisión fenomenal. El Puccio de Francella habla con el cuerpo y con los ojos, es un huracán perverso y reprimido. La fiereza de sus demonios se expresa, por ejemplo, por medio de la rabia con la que barre la vereda. Admirable.
La madurez del Pablo Trapero narrador recorre “El clan” de punta a punta. Es una gran película de Trapero, implacable en su ritmo y en la progresión dramática, profunda y austera en detalles a la vez. Trapero cuenta una historia real y cercana con una fuerte mirada política (excelente la contraposición de los discursos de Alfonsín y de Galtieri), pero sin perder el foco: la relación padre-hijo. Ese juego de sumisión, de conveniencias, de lo no dicho, en el que Alejandro pretende ser una víctima de Arquímedes para huir de la culpa. Pero no hay perfectos asesinos en “El clan”.
La selección musical -clásicos del rock argentino y del internacional- es una marca de época que Trapero emplea con mucha inteligencia y buen gusto. Las canciones acompañan la puesta en escena -gran trabajo de iluminación de Julián Apezteguia-, muy bien ajustada a esos turbulentos inicios de los 80.
Peter Lanzani está apenas correcto como Alejandro Puccio. No hay puntos altos en las actuaciones, a excepción del cinismo que dibuja Fernando Miró en la piel de Aníbal Gordon, otro monstruo en cuyo reflejo Arquímedes no supo mirarse a tiempo.